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Provinciales

El viejismo: Discriminación por edad

Para reflexionar

Por Para reflexionar

Definido como el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los adultos mayores exclusivamente en función de su edad, el viejismo (ageism) fue desarrollado inicialmente por Robert Butler como "edadismo", en la década de 1970.

El estudio sobre el viejismo ha sido introducido en la Argentina por el psicoanalista y geriatra Leopoldo Salvarezza, quien lo ha definido como “el prejuicio y la discriminación consecuente que se lleva a cabo contra los viejos”.

Butler ha planteado que “el viejismo, el prejuicio de un grupo contra otro, se aplica principalmente al prejuicio de la gente joven hacia la gente vieja.

Subyace en el viejismo el espantoso miedo y pavor a envejecer, y por lo tanto el deseo de distanciarnos de las personas mayores que constituyen un retrato posible de nosotros mismos en el futuro. Vemos a los jóvenes temiendo a envejecer y a los viejos envidiando a la juventud.

El viejismo no sólo disminuye la condición de las personas mayores, sino la de todas las personas en su conjunto. Por último, por detrás del viejismo encontramos un narcisismo corrosivo, la incapacidad de aceptar nuestro destino futuro. Estamos enamorados de nosotros mismos jóvenes

¿A tu edad te vas a enamorar?, ¿aprender?, ¿salir con amigas?, ¿crear? son sólo algunas preguntas que demuestran prejuicios sobre las personas mayores; como creer que son incapaces tanto física como intelectualmente.

En cierto sentido el "viejismo" es una de las formas de racismo más extendidas, virulentas e impunes que existen. Está tan presente en la sociedad que la mayoría ni siquiera lo percibe. Entre las muchas manifestaciones que tiene el viejismo la impaciencia en la relación de los viejos con las tecnologías tiene un lugar importante. Se los trata como a idiotas. Se puede ver el viejismo en acción cuando un viejo está operando un cajero automático y todos se impacientan.

Entre las muchas formas de "viejismo", Mónica Roqué, secretaria general de Derechos Humanos, Gerontología Comunitaria, Género y Políticas de Cuidado de PAMI, ejemplificó con algunas preguntas, expresiones cotidianas o acciones.

“Preguntas como "A tu edad…¿te vas a enamorar, estudiar, jugar al fútbol?" o expresiones como "ya estas vieja para eso" son comunes de escuchar en personas mayores o frases como "sos un viejo joven, o sos un joven viejo" demuestran que la vitalidad se asocia sólo con la juventud”, indicó la médica.

“Sin embargo, la juventud es una etapa más de la vida como la adultez mayor; por lo tanto, o se es joven o se es viejo, hay jóvenes sin proyectos y viejes con muchos”, agregó.

Otro ejemplo de "viejismo" claro es la utilización de “abuela” o “abuelo” para referirse a una persona mayor: “El abuelazgo es un rol familiar y las personas tiene múltiples roles. Puede que una persona mayor no sea abuela o abuelo, y muchas personas adultas, de 40 ó 50 sí”, señaló.

En su trabajo "Viejismo y discriminación", Thomas McGowan explica que en las culturas en las cuales este prejuicio tiene lugar, el envejecimiento avanzado es definido negativamente y se encuentra en la base de la devaluación del estatus social de las personas mayores.

Este proceso de devaluación puede tomar la forma de una discriminación interpersonal (micro) o institucional (macro). Para la discriminación institucional se encuentran ejemplos en la discriminación laboral, la estereotipia en los medios de comunicación, la segregación intergeneracional, evitación de contacto y la existencia de un trato interpersonal condescendiente o abusivo.

Según su contenido, los prejuicios y estereotipos sobre el envejecimiento pueden agruparse en tres conjuntos principales:

  • Contenido negativo: identifican a la vejez como una etapa de enfermedad, de soledad o involución.

  • Contenido positivo o idealizante: entienden a la vejez como una edad dorada y se excluyen las pérdidas naturales que acontecen en este período de la vida.

  • Prejuicios confusionales: se considera que llegar a viejo es sinónimo de retorno a la niñez o de promover a la vejez como una eterna juventud, dificultando la comprensión de las características propias de la etapa.

La creencia de que las personas de edad más avanzada son sujetos incapaces de contribuir a la sociedad, y que consecuentemente son miembros prescindibles de la comunidad, prevalecen.

La Organización Mundial de la Salud, advirtió que la discriminación “afecta negativamente la salud mental y física de las personas mayores”. El organismo internacional se basó en una encuesta a 83.000 personas de 57 países: el 60% de los encuestados sostuvieron que las personas mayores no son respetadas por la sociedad. Los niveles más bajos de respeto hacia los mayores se reportaron en los países de altos ingresos.

Por lo tanto, es importante pensar la vejez como una etapa más dentro de la evolución del individuo. Un período de la vida en el que los cambios naturales de la edad deberían ser objeto de reconocimiento y respeto, no de discriminación.

Tolerar las conductas edadistas es ponerse del lado de una forma de rechazo cruel que se va agravando con el tiempo. Ningún prejuicio es innato y de nosotros depende ponerle fin a este tipo de conductas.

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